La reflexión se apoya en la comunicación que da origen a la comunidad. Iniciada por el derramamiento del Espíritu Santo, la “koinonia” es forjada por la Eucaristía y da lugar a la comunicación hasta de los bienes materiales, como consecuencia del amor. Amor de hechos y no de palabras, comunicación que afecta incluso “a tus bolsillos”, porque si no alcanza a éstos, no hay verdadera conversión.
Porque los primeros cristianos estaban unidos en la vida por la Eucaristía, por la oración y por la predicación de los Apóstoles, y ponían sus bienes en común, los paganos decían de ellos “mirad como se aman”. Era un amor, que no se detenía en las palabras, sino que se traducía en obras.
Esas obras que impiden la indiferencia ante las necesidades del prójimo. Cuando Pablo y Bernabé son enviados, se les recuerda que no olviden a los pobres. Y San Pedro dice que no han mentido a los hombres, sino a Dios, cuando Ananías y Safira retienen parte de lo obtenido por la venta de sus tierras en lugar de poner todo a disposición de los hermanos. No se está cerca de la Iglesia cuando se busca en ella el propio interés.
Por todo ello, pide el Papa para toda la Iglesia un Espíritu de ternura y una solidaridad maternal.
J.M.M.