¿A QUE NO TE ATREVES?

Estas palabras, o otras parecidas, os decís los unos a los otros muchas veces en vuestros juegos o conversaciones cuando estáis juntos en el recreo y cuando os veis en la calle: “¿A que no te atreves?” “¿A que no te atreves a ir hasta allá arriba? O, ¿quién quiere hacer algo todos juntos?” Yo te hago a ti, que me lees, otra pregunta: “¿A que no te atreves a ser misionero?”. Esto es solo para valientes, no para los que no arriesgan y piensan sólo en sí mismos. “¿A que no te atreves a ser misionero en tu casa, en el colegio, en medio de tus amigos?”. A lo mejor dices que sí, pero me preguntas: “¿Cómo se atreve uno a eso de ser misionero? Una primera cosa que tienes que hacer es: busca en tu parroquia o en tu colegio, o pregunta qué hay de la Infancia Misionera; pero ¡actúa, hombre!, no te quedes parado. Hay que saber primero qué es ser misionero. Te puede ayudar tu párroco, tu profesor y, sobre todo, tu catequista. Quiera Dios que puedan hacerlo también tus padres.

Si te digo que para ser misionero hay que dejar mucho de lo que nos sobra, desprenderte de cosas y confiar en Jesús, el que fue siempre valiente, te estoy diciendo la verdad. Uno que no piensa nada más que en él, no se arriesgará a ser misionero. Y hay que pensar en los misioneros que están lejos, pero sobre todo en tantos niños con los que los misioneros trabajan y ayudan. Esos son valientes. Mirad: este año el día de la Jornada de la Infancia Misionera yo pensaba no estar en Toledo. Quería estar muy lejos de aquí, en Moyobamba, y en Lima, que es Perú. He estado ya varias veces con nuestros misioneros y muchos niños, chavales como vosotros. El viaje será más adelante, si Dios quiere.

Me hubiera gustado decirles que aquí en nuestra Diócesis de Toledo hay chavales, como vosotros, que también quieren crecer, pero no sólo en estatura; también en espíritu misionero porque están iniciándose a ser cristianos buenos, preparando la iniciación al Domingo y a la Eucaristía y recibir a Jesús por primera vez; también otros, más mayores, que quieren recibir la Confirmación para ser discípulos testigos de Cristo. Otras veces, en otros viajes, me han preguntado por vosotros. ¿Qué les puedo decir? Muchas cosas, pero también que, en ocasiones, veo que aquí los niños y los chavales sois un poco “blandengues”, es decir, poco valientes. Por ejemplo: ¿cuánto os esforzáis porque Jesús sea conocido en nuestros pueblos, en nuestros barrios, en nuestra ciudad?

El Papa Francisco siempre está animándonos a ser valientes. El Papa es valiente. No hace muchos días ha regresado de un viaje a Chile y a Perú. Hace poco decía él: “No tengáis miedo de escuchar al Espíritu que os siguiere decisiones audaces, no perdáis tiempo cuando la conciencia os pida arriesgar para seguir al Maestro”. En una predicación de la Misa en septiembre pasado (9.9.2017) nos pedía ser “Discípulos misioneros que saben ver, sin miopías heredadas; que arriesgan, que actúan, que se comprometen (…) Pidamos a través de la intercesión de nuestra Madre que nos acompañe en nuestro camino de discípulos, para que, poniendo nuestra vida en Cristo, seamos siempre misioneros que llevemos la luz y la alegría del Evangelio a todas las gentes”.

¡Qué bien hace visitar a los misioneros! Ya sé que no podéis viajar ahora, pero hay muchas maneras de saber de los misioneros. Creo que el 21 de enero ha comenzado en 13TV unos reportajes preciosos que se titula: “Misioneros por el mundo”. ¿Podemos decirles a los misioneros toledanos por el mundo que contamos con vosotros, chavales misioneros y misioneras que no solo piensan en ellos mismos, sino que queréis llegar a todos? Bueno, de momento os digo lo que podemos hacer: preparar vuestro dinero para la Infancia Misionera y rezad para que Jesús traiga a tantos niños del mundo esa alegría que da conocerle y amarle. Hasta pronto. Me despido de vosotros. A algunos veré de vosotros en las parroquias que visito o en los colegios. Rezad por mí, pero antes por los misioneros valientes y por el Papa Francisco. Él nos lo pide siempre.

Braulio Rodríguez Plaza
Arzobispo de Toledo y Primado de España

Solemnidad de San Ildefonso, Patrón de Toledo

Queridos hermanos:

En la solemnidad de san Ildefonso, junto a nuestras autoridades, a las saludo respetuosamente, tenemos el honor de acoger a varios obispos españoles, que han querido sumarse a nuestra fiesta, por cariño a nuestra Patrono e igualmente por el deseo de compartir cuanta experiencia estamos teniendo en el recuerdo y homenaje al gran arzobispo Cardenal Cisneros, cuyo V centenario de su muerte está significando en la Diócesis, en la ciudad y fuera de ella. Felicidades a todos los fieles que aquí o en radio y RTVD nos oyen o nos contemplan.

Permítanme también expresarles la emoción que me embarga al celebrar en el amado Rito Hispano-Mozárabe la solemnidad de san Ildefonso, arzobispo de Toledo y modelo de amor a la Virgen Santa María y a sus fieles toledanos. Junto con san Isidoro, nuestro Santo gozó siempre de un prestigio que sólo tiene la santidad, y ambos suscitan en los fieles la adhesión que suscitaban los mártires en el pueblo cristiano de los primeros tiempos, por ejemplo santa Leocadia, la joven que dio testimonio de Jesucristo en Toledo siglos antes a que viviera nuestro Santo.

Cuando estaba naciendo el castellano, Gonzalo de Berceo exclamaba: En Toledo la buena, essa villa real,/ que yace sobre Tajo, essa agua cabdal,/ ovo un arzobispo, coronado leal,/ que fue de la Gloriosa amigo natural./ Diziénli Ildefonso, dizlo la escriptura,/ pastor que a su grey daba buena pastura,/ El sancto arzobispo, un leal coronado,/ por entrar a la missa estava aguisado;/ en su preciosa cátedra se sedie asentado,/ adusso la Gloriosa un present muy onrado. (…) Fizoli otra gracia qual nunqua fue oída: dioli una casulla sin aguia cosida; obra era angélica, non de omne texida (Milagros de Nuestra Señora)

“La boca del justo produce sabiduría –nos ha recordado el libro de los Proverbios- (…) Los hombres rectos son guiados por su integridad”. Son consecuencias estas palabras de la lógica más elemental: el ser humano aspira, justamente, a la sabiduría y a la integridad, aunque las conductas torcidas parezcan decir lo contrario. “Los santos, por la fe, conquistaron reinos –reza la liturgia de este día-, obraron justamente, taparon la boca a los leones, apagaron el fuego impetuoso (…), se mostraron fuertes en el combate”. También lo que dice la lectura Apostolus (Heb 11, 33-34) resalta muy bien cuanto san Ildefonso significa en la historia del pueblo toledano.

Alabamos, pues, y bendecimos al Señor por el triunfo de san Ildefonso, al que nuestro Dios otorgó la corona de la inmortalidad por haber defendido su nombre y el de Santa María. ¡Qué hermosa tarea ésta de san Ildefonso de defender el nombre de Dios! Realizar semejante acción lleva consigo un servicio a la humanidad impagable, pues significa que el ser humano no se explica desde sí mismo, sino desde la acción defensora de la misericordia de Dios, que nos permite comenzar siempre de nuevo, a pesar de nuestras posibles malas acciones y pecados. En el santo nombre de Dios y en su presencia recitaremos los nombres de los santos apóstoles y mártires, confesores como san Ildefonso, y vírgenes.

Ante el Señor, dueño de todo, con súplicas ardientes acudimos a su omnipotencia, para que por los méritos de san Ildefonso nos limpie de todo pecado y podamos alegrarnos, como él se alegra, porque somos dignos de estar en la presencia de Jesucristo Salvador. Pedimos también que a todos los que aterroriza el miedo, aflige la carencia de alimentos, veja la tribulación, abruman las enfermedades, a todos los cargados de deuda y sometidos a cualquier tristeza nos libere la indulgente piedad de Dios y nos reconforte su misericordia cada día. De este modo se pide al Padre de los cielos en la oración Ad pacem en este día.

En la gran acción de gracias de esta solemnidad, llamada Ilatio en nuestro venerable rito, agradecemos al Señor la vida y la persona de su confesor, por la fe y el amor, san Ildefonso. Y pedimos no envanecernos en la prosperidad ni desanimarnos cuando lleguen las adversidades, ni nos hieran las saetas de los espíritus inmundos o las flechas de nuestros adversarios; bien, al contrario, que “sean aliviadas las angustias de tus siervos, oh Jesucristo, y las de todos los fieles”.

Son muchas las cosas a pedir para nuestra ciudad, para esta Archidiócesis de Toledo y las Iglesias de los hermanos obispos que nos acompañan, para toda España, lo que hoy es la antigua Hispania que celebraba en este viejo rito: el bien común, la paz y la concordia, la valentía para solucionar cuantos problemas tengamos, la audacia para atender a cuantos sufren. Queremos pedir al Señor, por medio de tan gran valedor como es san Ildefonso, que se nos conceda vivir una sana laicidad, una mutua cooperación lejos de separatismos; también que no resuciten los viejos problemas; que tengamos amplitud de miras, ninguna aceptación de la violencia y el terrorismo, poca resignación ante situaciones injustas que traen tribulación y dolor a los más pobres, cuidado y defensa de la vida y de la tierra, y, como católicos, participar de los sentimientos de Cristo Jesús, en cuya compañía se construyan nuestras vidas de hijos de la Iglesia, madre nuestra que nos da a Jesucristo.

Podemos hacer estas peticiones al Señor con san Ildefonso poniendo como abogada a la Madre del Señor. Quiera darnos Jesucristo imitar el amor de nuestro Patrono a María, que muestra la gran obra del Arzobispo toledano a Nuestra Señora, Liber de virginitate perpetua sanctae Mariae:

Por eso me gozo en mi Señora,
Canto de alegría a la Madre de mi señor,
Exulto con la Sierva de su Hijo, que ha sido hecha
Madre de mi Creador
Y disfruto con Aquella en la que el Verbo se ha
Hecho carne.
Porque gracias a la Virgen yo confío en la muerte de este Hijo de Dios
Y espero que mi salvación y mi alegría vengan de Dios siempre y sin mengua,
Ahora, desde ahora y en todo tiempo y en toda
Edad por los siglos de los siglos. AMÉN.